Con seis años construyendo una cocina basada en la fe en lo artesanal y en el respeto por los insumos locales, 13 Monjas trae a Lima una edición limitada de panetones, creados a partir de un proceso lento que preserva tradición, oficio y respeto por lo local.
Por primera vez, el panetón de 13 Monjas llega a Lima. Tras dos temporadas de producción limitada en Arequipa, este 2025 marca su tercer año de elaboración y su primera expansión controlada hacia la capital, a través de puntos gastronómicos cuidadosamente seleccionados. Esta llegada no responde a una estrategia de masificación, sino a un paso natural dentro de una marca cuya fe en lo artesanal es el pilar de su identidad.
En 13 Monjas lo artesanal no es una estética: es una filosofía de vida. Es creer en las masas y en el tiempo que necesitan para transformarse, en el respeto por los ingredientes locales y en la búsqueda de una cocina sencilla pero bien hecha, nacida de la paciencia y del cuidado. Desde esa mirada nace su panetón de temporada, una pieza que ha ido consolidándose en Arequipa como un producto que honra la tradición y el oficio, y que ahora propone un diálogo con la escena limeña.
El panetón se elabora a partir de masa madre viva, en un proceso de tres días que incluye 48 horas de fermentación en frío. Cada lote se produce con insumos provenientes de productores locales —entre ellos, la ralladura de naranja del histórico Monasterio de Santa Teresa y la miel orgánica de Chuquibamba— y sin conservantes ni aditivos que prolonguen artificialmente su vida útil. Su periodo de conservación responde a los ritmos tradicionales que privilegian el sabor, la textura y la integridad del producto por encima de la durabilidad comercial.

Su producción está en manos de un equipo mayoritariamente conformado por mujeres, quienes sostienen con su oficio el carácter de la casa. La cadena de valor refuerza un modelo que apuesta por la economía local y por una cocina arraigada en su territorio.
Este año, 13 Monjas presenta tres interpretaciones de su panetón, cada una con un espíritu propio, pero con el mismo sabor honesto y un respeto absoluto por el tiempo del proceso: “Panetón Monasterio”, inspirado en la tradición monástica arequipeña; “Panetón 13 Monjas”, que encarna el sello clásico de la casa; y “Panetón de Avellanas”, que reimagina la receta desde la indulgencia.
Detrás del proyecto están el arequipeño Alfonso Núñez y el inglés Keiran Nicklin, fundadores de 13 Monjas. Su historia empezó elaborando catering aéreo. Con el tiempo, su visión evolucionó hacia un espacio gastronómico —que acaba de cumplir seis años de trayectoria— donde conviven la devoción por las masas y pastas, cervezas artesanales, vinos naturales de pequeños productores y una agenda cultural que apoya diversas iniciativas. El panetón es parte de esa misma identidad, una extensión del pensamiento que mueve a la casa.

La producción se agota cada temporada, respondiendo a una preferencia creciente entre consumidores que valoran productos auténticos y un proceso que privilegia la calidad antes que la escala. El panetón de 13 Monjas llega a Lima no para competir, sino significar; no busca masividad, sino resonancia. Pone en primer plano una historia que nació en Arequipa y que hoy encuentra con nuevas mesas, nuevos paladares y nuevas ciudades donde seguir compartiendo su filosofía.