Más que una historia, un statement de estilo
Cuando Cruella llegó a la pantalla grande, dejó claro que no se trataba solo de una película de Disney, sino de una auténtica oda a la moda. Ambientada en el Londres punk de los años 70, la cinta dirigida por Craig Gillespie no solo exploró los orígenes de la icónica villana de 101 dálmatas, sino que también se convirtió en un despliegue de creatividad, rebeldía y estilo.
Emma Stone, en el papel de Estella/Cruella, encarna a una mujer que encuentra en la moda su medio de expresión, un arma de poder y un manifiesto de su identidad. Los trajes creados para la película, diseñados por la galardonada Jenny Beavan, no solo vistieron a un personaje, sino que construyeron toda una narrativa visual que convirtió a la moda en protagonista de la historia.


Cada look de Cruella fue concebido como un espectáculo. Desde el vestido rojo que arde en medio de un evento de gala, hasta las piezas cargadas de cuero, tachuelas y referencias punk, la película marcó un antes y un después en cómo el cine retrata a la moda: no como un accesorio, sino como un lenguaje capaz de contar quiénes somos y hacia dónde vamos.

La estética desafiante de Cruella trasciende la pantalla y redefine lo que significa ser una “villana”: una mujer que no pide permiso para brillar, que encuentra en lo audaz y en lo inesperado su mayor fuerza. Así, la película no solo rinde homenaje a una de las antagonistas más memorables del universo Disney, sino que también deja un legado en la moda contemporánea: el de atreverse a ser diferente, disruptiva y absolutamente inolvidable.