Con más de tres décadas de carrera y reconocida como una de las odontólogas más influyentes del país, la Dra. Sara Flores ha construido un camino que combina ciencia, arte y propósito.
Su historia en la odontología comenzó en 1992, cuando aún cursaba el segundo año de la carrera y asistió a un curso teórico–práctico sobre estética de la sonrisa dictado por el especialista brasileño Newton Fahl. Aquella experiencia fue determinante: la posibilidad de generar cambios profundos en una sola cita despertó una pasión que marcaría su rumbo profesional. Desde entonces, dedicó horas de práctica con familiares y amigos, perfeccionando cada técnica y cada detalle hasta alcanzar la precisión que la distingue hoy.
Aunque creció en una familia de odontólogos, y bajo la influencia de un padre reconocido mundialmente por su trayectoria, su ascenso no fue sencillo. “La vara estaba muy alta”, recuerda. Sin embargo, lejos de intimidarla, ese legado se convirtió en su motor. Con entrega, disciplina y un profundo amor por su profesión, consolidó una carrera que hoy es sinónimo de excelencia, innovación y compromiso con sus pacientes. Sus hijos, asegura, han sido parte esencial de ese camino: su mayor inspiración y sostén.
Para la Dra. Flores, el éxito de un tratamiento va mucho más allá de la estética. Su filosofía se basa en escuchar al paciente, entender sus expectativas y trabajar desde la ciencia para garantizar resultados armónicos, funcionales y sostenibles. Una sonrisa perfecta, afirma, no se trata solo de dientes bonitos, sino de bienestar real a largo plazo.
A lo largo de su trayectoria, ha acompañado historias de transformación que han marcado profundamente su vida profesional. Gestos de cariño, abrazos sinceros y testimonios de confianza dan sentido a cada jornada. Ver cómo una persona recupera seguridad, autoestima y alegría es, dice, la recompensa más valiosa de su trabajo.
Más allá de la técnica, la Dra. Sara Flores encarna un mensaje poderoso sobre el empoderamiento femenino. Ha criado sola a sus hijos, ha liderado proyectos en espacios históricamente masculinos y ha construido una carrera desde la determinación y la fe en sí misma. Para ella, el autocuidado no es un lujo, sino un acto de amor propio y una herramienta para alcanzar cualquier objetivo.
Hoy invita a todas las mujeres a priorizar su bienestar, a no olvidarse de sí mismas y, si en algún momento lo hicieron, a volver a intentarlo. Porque, como demuestra su historia, la satisfacción que trae consigo ese camino es verdaderamente indescriptible.
