En un escenario en el que el modelo de galería atraviesa mutaciones profundas, Lima asiste a la irrupción de un actor inédito.
El 12 de septiembre abrió MUEVE Galería, un proyecto que emerge desde la investigación, la colaboración y la experimentación, y que se ofrece como lugar de resonancia entre artistas, públicos y territorios, enlazando la escena local con circuitos internacionales.
Su propuesta se sostiene en la capacidad de activar procesos en contextos inesperados y de generar encuentros que exceden lo meramente expositivo. La galería apuesta por visibilizar producciones que a menudo quedan fuera del mapa oficial, reconociendo el vigor creativo de las provincias y propiciando intercambios horizontales capaces de renovar tanto la experiencia de los artistas como la de los públicos. En tiempos de crisis global para el formato tradicional de galería, la flexibilidad aparece aquí como estrategia vital: abrir horizontes, ensayar nuevas formas de relación entre obra, espacio y comunidad, y situar el contexto peruano en diálogo con redes internacionales.
La exposición inaugural, Ofrenda, curada por Florencia Portocarrero, convoca a Aileen Gavonel, Alice Wagner, Genietta Varsi, Irazema Vera, Jimena Kato, Katherine Fiedler, María Abaddon, Marisabel Arias y Pati Camet. Nueve artistas de distintas generaciones y trayectorias que entienden la escultura como territorio expandido, donde la vulnerabilidad de los materiales y su transformación constante se convierten en motores para repensar tanto el cuerpo como la intimidad doméstica. Frente a la tradición monumental, solemne y masculina, la muestra se articula en torno a lo procesual, cruza lo artesanal con lo industrial y reivindica afectos menores, la extrañeza, el humor, la incomodidad, como fuerzas que habilitan nuevas formas de imaginación política desde lo cotidiano.
El montaje rehúye jerarquías y cronologías para ordenar las piezas a partir de resonancias matéricas y temáticas. Así, la exposición se despliega como un territorio común en el que convergen voces distintas, un campo de afinidades que permite reconocer una sensibilidad compartida: la voluntad de subvertir el orden simbólico de lo cotidiano y cuestionar los límites mismos de la escultura.
En un país donde la práctica escultórica ha estado marcada por el mandato del monumento y su vocación conmemorativa, Ofrenda invierte la perspectiva. Se inclina hacia lo íntimo, lo frágil y lo procesual, desplazando la solemnidad hacia un terreno vulnerable y sensible. Ese gesto no es únicamente formal: es también político, porque trastoca jerarquías de poder y de valor en el campo del arte.
El carácter intergeneracional de la muestra añade otra capa de lectura. Como sugiere Portocarrero, esta reunión de nueve artistas mujeres puede pensarse como una “familia dispersa” que se reconoce en medio de la adversidad y es capaz de ensayar genealogías alternativas en la historia del arte peruano. Un linaje provisorio y subversivo que, al reivindicar lo menor, desplaza el eje de lo establecido hacia un terreno fértil para imaginar lo que todavía no ha sido escrito.
Ofrenda. Del 12 de septiembre al 20 de octubre
Ingreso gratuito
MUEVE galería
Jirón Colina 128 Barranco