Karim Chaman nos abrió su corazón con una honestidad conmovedora. Entre recuerdos de su abuela, los primeros pasos en la arquitectura y las caídas que la hicieron más fuerte, nos confesó: “Uno cae, se levanta, cae, se levanta”. Así ha construido no solo una carrera, sino una vida en la que el arte y la perseverancia se vuelven inseparables.
Con la misma fuerza con la que transforma espacios, Karim compartió su lado más humano: el de madre, mujer y soñadora incansable. Nos habló de vulnerabilidad, de los retos asumidos “cargándolos y luego liberándolos”, y de la importancia de tener una identidad propia para no compararse con nadie. Sus palabras, llenas de gratitud y verdad, fueron un recordatorio de que el éxito real se gana con paciencia, autenticidad y propósito.
El momento más emotivo llegó con la voz de su hijo, quien, con lágrimas contenidas, la describió como una mujer imparable, capaz de ser madre y padre a la vez. Una declaración que la hizo quebrarse, pero también brillar aún más frente a todos. Porque Karim nos enseña que el arte, la música, la arquitectura y la vida misma tienen sentido cuando se vive desde el amor y la autenticidad.
“Uno no tiene la vida comprada; por eso ahora hago lo que quiero hacer y no dejo que nadie me diga que no puedo”